Al bajar del coche para acercarnos a por los dorsales, nos
arrepentimos todos de no haber llevado abrigo de invierno. ¡Joder, qué
frio! No hay más de 12°, y esta no es temperatura para vestir de corto.
Pero bueno, seguro que lo que nos espera nos hará entrar en calor.
Una vez numerados, subimos en las burrillas y, hacia el Acueducto.
Frio y más frio. Me pongo el cortavientos que he traido para cubrirme en
las bajadas, pero sigo pajarito. Las mandíbulas de Juan Carlos parecen
castañuelas en plena Feria de Abril. Juanma se estira los manguitos como
si con eso fueran a calentarle más.
Pero aun nos queda lo peor:
llegamos al Acueducto a la 7.45 aproximadamente, pero entre homenajes,
consejos, indicaciones y que a Perico se le han pegao las sábanas, la
salida no se produce hasta pasadas las 8.10. Esos 25 minutos parado a la
sombra, hacen que se me escape el pis como si fuese una madre recien
parida. ¡¡Vamonos yaaaaaa...!!
¡Por fin! Cuenta atrás y nos ponemos en marcha. Primero andando
despacito y luego con un pie encalado en el pedal. Después de unos
metros ya rodamos con normalidad. Miro a mi alrededor para localizar a
mis compañeros, pero sólo veo a Juanma. Espero que él tenga ubicado a
Juan Carlos. Pero cuando consigo acercarme a él y le pregunto, me dice
que no sabe dónde está. ¡No puede ser! ¡Si hemos salido juntos!
Rodamos muy despacio para poder ver a nuestro compañero. La gente nos
pasa sin cesar. Pero Juan Carlos no aparece. Entre esta marabunta de
ciclistas, ya no sabemos si viene por detrás o ha pasado hacia adelante y
no le hemos visto. Seguimos rodando muy despacio, pero cuando llegamos a
La Granja, decidimos coger ritmo e integrarnos con los ciclistas que
nos siguen adelantando. Cuando coronemos Navacerrada, llamaremos para
ver si nos podemos reunir.
Los kilometros que hay desde La Granja hasta el rio Eresma son
puñeteros. No son puerto propiamente dicho, pero castigarse demasiado
manteniendo el ritmo de algún grupo que no interese, puede pasar factura
en Las 7 Revueltas. Juanma y yo no caemos en la tentación y mantenemos
nuestra marcheta. Nos sigue pasando gente. Parece que no se acaban
nunca, pero ni rastro de Juan Carlos. Empezamos a pensar que va por
delante...
Llegamos al puente sobre el Eresma. Comienza la ascensión. Lo más
duro de este puerto son los 3 kms iniciales y los últimos 500 metros,
así que desde el inicio pongo todos los "yerros". 39x28, cadencia y
pa'rriba. Voy muy cómodo, como no podía ser de otro modo. Estamos
enteritos y con el depósito lleno. Además nos anima ver cómo vamos
dejando atrás a todos aquellos que hace unos instantes nos rebasaban sin
cesar. Voy marcando ritmo desde el inicio. Juanma viene fácil, así que
no variamos. Una revuelta, otra y otra más. Siempre que subo esta
vertiente de Navacerrada intento contar 7 revueltas, pero nunca lo
consigo. ¿Tiene 7? Yo creo que no, pero en fin... Esta refexión me
permite devorar otro km sin enterarme. Ya sólo quedan 140... Pasa Juanma
y sube un puntito. Ha puesto la música en su tlfn, así que mantendré el
ritmo aunque sólo sea por ir entretenido. ¡Pero no te pases...! En
principio, el tráfico está abierto, pero por aquí no aparece ni un
coche, salvo los de organización, que de vez en cuando piden paso, por
lo que la marcha ocupa prácticamente toda la calzada. A falta de 2 kms
para coronar, Juanma y yo circulamos por la izquierda adelantando
ciclistas sin parar. Tomo el mando de nuevo y tenso un poquito. En un
principio Juanma viene, pero se suelta enseguida. Me contará luego que,
sabiendo que pararíamos arriba para intentar localizar a Juan Carlos,
prefería reservar esas energías. Quizá yo debí hacer lo mismo... Corono
"en solitario" y espero a que llegue Juanma. Lo hace pasado alrededor de
un minuto. Bueno... El primero, en el saco...
Contactamos con Juan Carlos tras varios intentos y nos dice que le
queda un km para coronar. Ha debido de pasarle algo. No es normal que
venga tan atrás. Entre el tiempo transcurrido hasta que contactamos y el
que tardó en llegar, pasan casi 15 minutos. Cuando llega a nuestra
posición nos cuenta que en la salida, le pasó lo mismo que a nosotros
con él, y que en la subida a Navacerrada ha tenido que detenerse tres
veces a orinar, profusamente además. Puede que el frio de la mañana y
del inicio haya tenido algo que ver. Pero lo malo es que tanta meada,
acaba por deshidratarte. Y eso es lo peor que te puede pasar en una
marcha de este tipo. A ver qué tal aguanta...
Reiniciamos en esos kms prácticamente llanos que hay entre
Navacerrada y Cotos. En cuanto pasa un grupito que lleva ritmo alegre,
apretamos y nos enganchamos. Siempre es mejor ir chupando rueda,
jejeje... Llegamos a Cotos y nos lanzamos en el descenso. A mi me gusta
bajar y sé que puedo arañar tiempo. Pero hoy no tiene mucho sentido, así
que cuando engancho detrás de alguien que baja sin detenerse demasiadon
en seco en las curvas, me quedo ahí. En la mitad del descenso, cojo a
Adolfo, al que vimos pasar mientras esperábamos a Juan Carlos. Iba a
acompañar a una amiga en el recorrido, pero me cuenta que compromisos
familiares se lo impiden y que dará la vuelta en Rascafría. Me despido
de él y sigo a mi ritmo. Cuando llego al tramo de El Paular, aprovecho
para comer correctamente mientras espero a mis compañeros de aventura.
Nos reagrupamos poco antes de entrar en Rascafría y juntos "disfrutamos"
de los adoquines de la localidad antes de girar a la derecha para
encarar la segunda de la jornada: Morcuera.
En la web oficial de La Perico, hay unas recomendaciones interesantes
acerca de cómo afrontar el recorrido y en ellas se expica que en esta
subida el corredor se encontrará pletórico de fuerzas, pero no debe
emocionarse, ya que todavía queda mucho. Calcadito: cuando comenzamos a
subir Morcuera voy como una moto. Pero me lo tomo con calma... al
principio. Vamos los tres juntos hasta mitad de subida, pero Juan Carlos
no está teniendo buen día y se suelta. Creo que se ha deshidratado en
cierta medida y lo va a pasar mal. Me quedo con Juanma y ocurre como en
Navacerrada: pasamos gente constantemente. El ritmo es bueno, pero me
veo tan suelto que decido tensar un poco más. Espero no pagarlo más
tarde. La música del tlfn de Juanma comienza a oirse cada vez con más
debilidad, hasta que dejo de escucharla. Se ha soltado.
Voy muy cómodo.
Pasa un km y de repente comienzo a escuchar de nuevo el hilo musical.
"¡Coño Juanma, otra vez por aquí...!" Viene un rato conmigo, pero pronto
se queda de nuevo. Sigo adelantando ciclistas y nadie me pasa a mi. Eso
da ánimos. Pronto termina la parte dura del puerto y salgo a la zona
abierta de la montaña. Quedan poco más de dos repechos para meter
Moruera en la saca y llegar a la zona de avituallamiento. Ahí está... Un
voluntario de organización va indicando a los ciclistas el paso por las
balizas que establece el punto intermedio de control. Voy a por agua
para llenar mis botellines vacios y espero a mis compañeros. Juanma
llega en tres minutos y Juan Carlos en cuatro más. Juanma viene contento
de cómo se ha encontrado en la ascensión, pero Juan Carlos viene
desanimado. Se lamenta de que no tiene piernas y tiene dudas de si será
capaz de terminar. Seguro que si...
Estamos parados un buen rato en el avituallamiento para comer y
reponer líquidos. Tras 10-12 minutos, reemprendemos la marcha. Me coloco
el cortavientos de nuevo para afrontar el descenso de Morcuera hasta
Miraflores de la Sierra. Igual que en Cotos, me quedo detrás de alguien
que baje suelto, para evitar sustos. Sobre el primer tercio de la
bajada, me encuentro de repente a varios agentes de la Guardia Civil
pidiendo precaución y que aminoremos la velocidad. Poco después, veo un
Samur atendiendo a un ciclista que está tirado en el suelo. Se ha tenido
que hacer bastante daño ya que hay bastante resto de sangre en el piso.
Esperemos que no sea nada... Aprovecho la aproximación a Miraflores
para beber y tomar algo de glucosa. Cuando voy llegando al cruce en el
que se gira a la izquierda para iniciar la subida a Canencia, saco de mi
bici el desarrollo de descenso y cargo directamente el 39x28. Es
frecuente ver en este lugar a muchos ciclistas echar pie a tierra. Y no
es para menos: pasas de bajar a buena velocidad a encontrarte escondida
tras el giro una rampa que ronda el 14% y que se prolonga durante al
menos 150 metros. Solventada esta dificultad, me reuno de nuevo con
Juanma y Juan Carlos. En Canencia, me lo voy a tomar con mucha calma. No
le falta razón a Juanma cuando dice que el éxito en Navafría comienza
aquí. Esta vertiente del puerto es muy suave. La única dificultad la
encontramos en los tres últimos kms, que rondan siempre el 7-8%. Pero
son suficientes para salirse de punto y pasarlo mal en la última
ascensión.
Llevamos un ritmo tan agradable que nos permite charlar y
disfrutar de la subida. Casi sin darnos cuenta, coronamos. Van tres de
cuatro. A Juanma sigo viéndole bastante suelto y a Juan Carlos más
recuperado y animado. Yo por mi parte, me siento excepcionalmente bien.
Tengo la sensación de que no he gastado nada, aunque no sea así. Si no
sufro un desfallecimiento repentino, esto lo hago yo hoy con la gorra...
Me enfundo de nuevo el chaleco e iniciamos el descenso hacia la
población que da nombre a este puerto. La bajada como las anteriores:
tranquila y con precaución. El piso aquí es mejor que en Cotos y
Morcuera y se podría ir bastante rápido, pero no merece la pena tomar
riesgos. Llegamos a Canencia entre los aplausos y ánimos de la gente.
Muchos niños han salido a ver pasar a los ciclistas. Esto alienta y
reconforta especialmente.
El tramo que hay entre Canencia y el cruce hacia Lozoya pica casi
siempre hacia abajo, por lo que se puede ir rápido. Entrando a relevos
con un corredor que andaba por allí, circulamos todo el tiempo por
encima de 40 por hora. Llegamos al cruce y al girar a la izquierda, el
viento entra ligeramente en contra y de costado. La carretera está
salpicada de pequeños grupos que avanzan hacia Lozoya. Sería interesante
enlazar con uno de ellos que lleve un ritmo adecuado para ir más
cómodos, así que me pongo a tirar fuerte para reducir la centena de
metros que nos separa de uno de estos grupos. El viento molesta y cuesta
rodar, pero poco a poco voy reduciendo la diferencia. Tras un par de
kilómetros, consigo enlazar, pero lo hago yo solo, ya que al mirar atrás
no viene nadie conmigo. Me quedo aquí tranquilito y me llevan hasta
Lozoya. A la postre comprobé que el esfuerzo mereció la pena: mientras
Juan Carlos y Juanma vinieron trabajando, yo hice estos kms hasta Lozoya
sin dar pedales, aprovechando este tiempo para comer y beber.
Llegamos a Lozoya, donde vuelve a haber mucha gente animando e inicio
la subida por delante de mis compañeros de fatiga que seguramente
tardarán todavía 4 o 5 minutos en comenzar a escalar. Me encuentro
fenómeno y rápidamente dejo atrás al grupillo de 8-10 con el que he
venido. 39x24 y buena cadencia. Para relajar piernas engrano el 21 y me
pongo de pie unos instantes. Me siento y vuelvo al 24. Ritmo, ritmo,
ritmo. Me encuentro tan fuerte a estas alturas, que parece que voy
dopao. Voy por la izquierda adelantando gente sin parar. Además, oigo
comentarios detrás de mí del tipo "¡....joder, cómo va este...!" o
"¡...qué hace la peña para ir así...!", y eso le pone las pilas a uno.
Paso a un par de chavales bastante más jóvenes y finos que yo que no van
mal. Me cogen rueda y se quedan ahí. Aguantan bien. Tras algo más de 1
km siguen conmigo, así que decido probar: subo un puntito, lo justo que
veo que puedo mantener en el tiempo. Parece que vienen, pero tras 100
metros, cede uno de ellos. Al segundo lo llevaré colgado todavía algo
más de medio km, pero lo oigo boquear detrás de mí como pez fuera del
agua. Un puntito más, 20 metros y se suelta de golpe. El esfuerzo me ha
castigado, pero en cuanto relajo el ritmo unos instantes, me recupero
sorprendente bien. Encuentro pronto mi marcheta y continúo disfrutando
de la subida. Pero vamos a contarlo todo para no ser tan
autocomplacientes: a la altura del cartel que ha puesto la organización y
que anuncia 2 km para coronar, me pasa un tipo flaco como un junco y
con más nervios y venas que un filete malo, que más que subiendo, parece
que iba esprintando. No sé si el tio llegaría así hasta arriba, pero
así le perdí yo de vista en menos de 30 segundos. En fin, cada uno a lo
suyo... Y lo mío ahora es meter en el zurrón el cuarto del día. Y lo
hago pocos minutos después más contento que un niño con zapatos nuevos
porque ya van 120 kms con 4 puertos y no he sufrido en ningún momento.
Repongo agua en el avituallamiento de Navafría y espero a Juanma y a
Juan Carlos que llegan juntos en unos 10 minutos. Vienen animados. Sobre
todo Juan Carlos, que parece que se va encontrando algo mejor y ve
disipadas ya sus dudas en cuanto a si será o no capaz de terminar.
Permanecemos todavía unos minutos en la zona de avituallamiento comiendo
un poco y refrescándonos antes de iniciar el descenso.
La bajada por esta vertiente, mala y muy peligrosa. No hay grandes
baches, pero el estado del asfalto es tan malo que hay que disminuir
mucho la velocidad y sujetar bien las orejas de la burrilla para no
perder el control. Así que, tranquilitos, llegamos al cruce en el que
giramos a la izquierda para dirigirnos definitivamente a Segovia. El tan
temido tramo de toboganes no lo es tanto hoy. El viento entra de
costado pero ayuda algo en ciertas ocasiones. Al igual que en la zona
llana de Lozoya voy tirando fuerte. Juanma me da relevo de vez en
cuando. Está eufórico, ya que pensaba ir mucho peor a estás alturas,
pero el tío está enterito... Vamos pasando grupos de ciclistas que van
demasiado lentos al tiempo que vamos formando un pequeño pelotón con
gente que se sueltan de los primeros para unirse a nosotros. Pero aquí
no da relevo ni El Tato, así que cuando enlazo de nuevo con otro grupo,
me quedo ahí a que me lleven ahora a mi un poquito... Al poco tiempo
pasa otro grupo ligero y salto para cogerme. Le digo a Juanma y Juan
Carlos que aceleren para que no se nos escapen. Con este grupo iremos
durante un tiempo hasta que se paran en el avituallamiento que queda a
la altura de Sotosalbos. Nosotros contínuamos dentro de un grupo de unos
diez corredores, que sin organización, vamos cubriendo los kms que
quedan hasta Segovia. Con nosotros viene una chica que lo está pasando
mal y se corta con facilidad. Me dejo caer para animarla y le digo que
si ha venido hasta aquí, no puede soltarse ahora. A ella sola, los 12-14
kms que quedan se le pueden hacer eternos, así que de vez en cuando le
doy un empujón para que no se quede. Pregunta con angustia
constantemente que cuánto queda. Al final, consigue entrar con el grupo
en las rotondas que dan acceso al Pabellón Pedro Delgado y le cambia la
cara. Nos cambia a todos, ¡¡porque esto ya está!!
Son poco más de las 14.40 y entramos con 6h 31'. Tiempo de risa, pero
enormemente satisfecho por las sensaciones que he tenido. Hacemos
bronce, pero hubiesemos hecho plata (menos de 6h 9') con la chorra. Y
quien sabe... El oro estaba en menos de 5h 40'... (¡¡Bueno,
buenoooooooo.... No te emociones, Tapiaaaaaaaa!!)
Pero lo mejor de todo, con diferencia, está por llegar: ¡¡Hay birra para acompañar la comidaaaaaa!!
Me encantaría poder repetir algún año, si la salud lo permite.
Y así es como yo lo viví... Desde la Zaga.
PRÓXIMA SALIDA:
DIA 24/8/2014
RUTA A CARABAÑA
SALIDA: 8h.
KMS: 109
DESNIVEL: 662 m
PARADA: CARABAÑA
RECORRIDO:
VALDEMORO 0
CIEMPOZUELOS 8
SAN MARTÍN DE LA VEGA 16
CRUCE DE LA
RADIO
27
ARGANDA DEL REY 36
CUESTA DE
ARGANDA A VALDILECHA 40
VALDILECHA
50
ALTO VALDILECHA
A CARABAÑA
52
CARABAÑA
60
TIELMES 67
PERALES DE TAJUÑA 71
MORATA DE TAJUÑA 89
TITULCIA 94
CUESTA DE
CIEMPOZUELOS
102
VALDEMORO 109