Participantes, 4:
Antonio Tapia, Juanma, Adolfo Arcicollar y Juan Carlos López.
Adolfo tuvo que volverse en Rascafría por asuntos familiares. Esperamos que no fuera por nada malo.
Chapeau por ellos!!!!!!!
Crónica de Antonio:
Me levanto ¡¡¡a las 4!!! Los PericoBoys de este año, hemos quedado a las 5.15 en el Astronauta para ponernos en marcha, y antes hay que desayunar correctamente. Todos somos puntuales e iniciamos el viaje a la hora prevista. Unos minutos antes de las 7 de la mañana, estamos frente al Pabellón Pedro Delgado Robledo.
Al bajar del coche para acercarnos a por los dorsales, nos
arrepentimos todos de no haber llevado abrigo de invierno. ¡Joder, qué
frio! No hay más de 12°, y esta no es temperatura para vestir de corto.
Pero bueno, seguro que lo que nos espera nos hará entrar en calor.
Una vez numerados, subimos en las burrillas y, hacia el Acueducto. Frio y más frio. Me pongo el cortavientos que he traido para cubrirme en las bajadas, pero sigo pajarito. Las mandíbulas de Juan Carlos parecen castañuelas en plena Feria de Abril. Juanma se estira los manguitos como si con eso fueran a calentarle más.
Pero aun nos queda lo peor: llegamos al Acueducto a la 7.45 aproximadamente, pero entre homenajes, consejos, indicaciones y que a Perico se le han pegao las sábanas, la salida no se produce hasta pasadas las 8.10. Esos 25 minutos parado a la sombra, hacen que se me escape el pis como si fuese una madre recien parida. ¡¡Vamonos yaaaaaa...!!
¡Por fin! Cuenta atrás y nos ponemos en marcha. Primero andando despacito y luego con un pie encalado en el pedal. Después de unos metros ya rodamos con normalidad. Miro a mi alrededor para localizar a mis compañeros, pero sólo veo a Juanma. Espero que él tenga ubicado a Juan Carlos. Pero cuando consigo acercarme a él y le pregunto, me dice que no sabe dónde está. ¡No puede ser! ¡Si hemos salido juntos!
Rodamos muy despacio para poder ver a nuestro compañero. La gente nos pasa sin cesar. Pero Juan Carlos no aparece. Entre esta marabunta de ciclistas, ya no sabemos si viene por detrás o ha pasado hacia adelante y no le hemos visto. Seguimos rodando muy despacio, pero cuando llegamos a La Granja, decidimos coger ritmo e integrarnos con los ciclistas que nos siguen adelantando. Cuando coronemos Navacerrada, llamaremos para ver si nos podemos reunir.
Los kilometros que hay desde La Granja hasta el rio Eresma son puñeteros. No son puerto propiamente dicho, pero castigarse demasiado manteniendo el ritmo de algún grupo que no interese, puede pasar factura en Las 7 Revueltas. Juanma y yo no caemos en la tentación y mantenemos nuestra marcheta. Nos sigue pasando gente. Parece que no se acaban nunca, pero ni rastro de Juan Carlos. Empezamos a pensar que va por delante...
Llegamos al puente sobre el Eresma. Comienza la ascensión. Lo más duro de este puerto son los 3 kms iniciales y los últimos 500 metros, así que desde el inicio pongo todos los "yerros". 39x28, cadencia y pa'rriba. Voy muy cómodo, como no podía ser de otro modo. Estamos enteritos y con el depósito lleno. Además nos anima ver cómo vamos dejando atrás a todos aquellos que hace unos instantes nos rebasaban sin cesar. Voy marcando ritmo desde el inicio. Juanma viene fácil, así que no variamos. Una revuelta, otra y otra más. Siempre que subo esta vertiente de Navacerrada intento contar 7 revueltas, pero nunca lo consigo. ¿Tiene 7? Yo creo que no, pero en fin... Esta refexión me permite devorar otro km sin enterarme. Ya sólo quedan 140... Pasa Juanma y sube un puntito. Ha puesto la música en su tlfn, así que mantendré el ritmo aunque sólo sea por ir entretenido. ¡Pero no te pases...! En principio, el tráfico está abierto, pero por aquí no aparece ni un coche, salvo los de organización, que de vez en cuando piden paso, por lo que la marcha ocupa prácticamente toda la calzada. A falta de 2 kms para coronar, Juanma y yo circulamos por la izquierda adelantando ciclistas sin parar. Tomo el mando de nuevo y tenso un poquito. En un principio Juanma viene, pero se suelta enseguida. Me contará luego que, sabiendo que pararíamos arriba para intentar localizar a Juan Carlos, prefería reservar esas energías. Quizá yo debí hacer lo mismo... Corono "en solitario" y espero a que llegue Juanma. Lo hace pasado alrededor de un minuto. Bueno... El primero, en el saco...
Contactamos con Juan Carlos tras varios intentos y nos dice que le queda un km para coronar. Ha debido de pasarle algo. No es normal que venga tan atrás. Entre el tiempo transcurrido hasta que contactamos y el que tardó en llegar, pasan casi 15 minutos. Cuando llega a nuestra posición nos cuenta que en la salida, le pasó lo mismo que a nosotros con él, y que en la subida a Navacerrada ha tenido que detenerse tres veces a orinar, profusamente además. Puede que el frio de la mañana y del inicio haya tenido algo que ver. Pero lo malo es que tanta meada, acaba por deshidratarte. Y eso es lo peor que te puede pasar en una marcha de este tipo. A ver qué tal aguanta...
Reiniciamos en esos kms prácticamente llanos que hay entre Navacerrada y Cotos. En cuanto pasa un grupito que lleva ritmo alegre, apretamos y nos enganchamos. Siempre es mejor ir chupando rueda, jejeje... Llegamos a Cotos y nos lanzamos en el descenso. A mi me gusta bajar y sé que puedo arañar tiempo. Pero hoy no tiene mucho sentido, así que cuando engancho detrás de alguien que baja sin detenerse demasiadon en seco en las curvas, me quedo ahí. En la mitad del descenso, cojo a Adolfo, al que vimos pasar mientras esperábamos a Juan Carlos. Iba a acompañar a una amiga en el recorrido, pero me cuenta que compromisos familiares se lo impiden y que dará la vuelta en Rascafría. Me despido de él y sigo a mi ritmo. Cuando llego al tramo de El Paular, aprovecho para comer correctamente mientras espero a mis compañeros de aventura. Nos reagrupamos poco antes de entrar en Rascafría y juntos "disfrutamos" de los adoquines de la localidad antes de girar a la derecha para encarar la segunda de la jornada: Morcuera.
En la web oficial de La Perico, hay unas recomendaciones interesantes acerca de cómo afrontar el recorrido y en ellas se expica que en esta subida el corredor se encontrará pletórico de fuerzas, pero no debe emocionarse, ya que todavía queda mucho. Calcadito: cuando comenzamos a subir Morcuera voy como una moto. Pero me lo tomo con calma... al principio. Vamos los tres juntos hasta mitad de subida, pero Juan Carlos no está teniendo buen día y se suelta. Creo que se ha deshidratado en cierta medida y lo va a pasar mal. Me quedo con Juanma y ocurre como en Navacerrada: pasamos gente constantemente. El ritmo es bueno, pero me veo tan suelto que decido tensar un poco más. Espero no pagarlo más tarde. La música del tlfn de Juanma comienza a oirse cada vez con más debilidad, hasta que dejo de escucharla. Se ha soltado.
Voy muy cómodo. Pasa un km y de repente comienzo a escuchar de nuevo el hilo musical. "¡Coño Juanma, otra vez por aquí...!" Viene un rato conmigo, pero pronto se queda de nuevo. Sigo adelantando ciclistas y nadie me pasa a mi. Eso da ánimos. Pronto termina la parte dura del puerto y salgo a la zona abierta de la montaña. Quedan poco más de dos repechos para meter Moruera en la saca y llegar a la zona de avituallamiento. Ahí está... Un voluntario de organización va indicando a los ciclistas el paso por las balizas que establece el punto intermedio de control. Voy a por agua para llenar mis botellines vacios y espero a mis compañeros. Juanma llega en tres minutos y Juan Carlos en cuatro más. Juanma viene contento de cómo se ha encontrado en la ascensión, pero Juan Carlos viene desanimado. Se lamenta de que no tiene piernas y tiene dudas de si será capaz de terminar. Seguro que si...
Estamos parados un buen rato en el avituallamiento para comer y reponer líquidos. Tras 10-12 minutos, reemprendemos la marcha. Me coloco el cortavientos de nuevo para afrontar el descenso de Morcuera hasta Miraflores de la Sierra. Igual que en Cotos, me quedo detrás de alguien que baje suelto, para evitar sustos. Sobre el primer tercio de la bajada, me encuentro de repente a varios agentes de la Guardia Civil pidiendo precaución y que aminoremos la velocidad. Poco después, veo un Samur atendiendo a un ciclista que está tirado en el suelo. Se ha tenido que hacer bastante daño ya que hay bastante resto de sangre en el piso. Esperemos que no sea nada... Aprovecho la aproximación a Miraflores para beber y tomar algo de glucosa. Cuando voy llegando al cruce en el que se gira a la izquierda para iniciar la subida a Canencia, saco de mi bici el desarrollo de descenso y cargo directamente el 39x28. Es frecuente ver en este lugar a muchos ciclistas echar pie a tierra. Y no es para menos: pasas de bajar a buena velocidad a encontrarte escondida tras el giro una rampa que ronda el 14% y que se prolonga durante al menos 150 metros. Solventada esta dificultad, me reuno de nuevo con Juanma y Juan Carlos. En Canencia, me lo voy a tomar con mucha calma. No le falta razón a Juanma cuando dice que el éxito en Navafría comienza aquí. Esta vertiente del puerto es muy suave. La única dificultad la encontramos en los tres últimos kms, que rondan siempre el 7-8%. Pero son suficientes para salirse de punto y pasarlo mal en la última ascensión.
Llevamos un ritmo tan agradable que nos permite charlar y disfrutar de la subida. Casi sin darnos cuenta, coronamos. Van tres de cuatro. A Juanma sigo viéndole bastante suelto y a Juan Carlos más recuperado y animado. Yo por mi parte, me siento excepcionalmente bien. Tengo la sensación de que no he gastado nada, aunque no sea así. Si no sufro un desfallecimiento repentino, esto lo hago yo hoy con la gorra... Me enfundo de nuevo el chaleco e iniciamos el descenso hacia la población que da nombre a este puerto. La bajada como las anteriores: tranquila y con precaución. El piso aquí es mejor que en Cotos y Morcuera y se podría ir bastante rápido, pero no merece la pena tomar riesgos. Llegamos a Canencia entre los aplausos y ánimos de la gente. Muchos niños han salido a ver pasar a los ciclistas. Esto alienta y reconforta especialmente.
El tramo que hay entre Canencia y el cruce hacia Lozoya pica casi siempre hacia abajo, por lo que se puede ir rápido. Entrando a relevos con un corredor que andaba por allí, circulamos todo el tiempo por encima de 40 por hora. Llegamos al cruce y al girar a la izquierda, el viento entra ligeramente en contra y de costado. La carretera está salpicada de pequeños grupos que avanzan hacia Lozoya. Sería interesante enlazar con uno de ellos que lleve un ritmo adecuado para ir más cómodos, así que me pongo a tirar fuerte para reducir la centena de metros que nos separa de uno de estos grupos. El viento molesta y cuesta rodar, pero poco a poco voy reduciendo la diferencia. Tras un par de kilómetros, consigo enlazar, pero lo hago yo solo, ya que al mirar atrás no viene nadie conmigo. Me quedo aquí tranquilito y me llevan hasta Lozoya. A la postre comprobé que el esfuerzo mereció la pena: mientras Juan Carlos y Juanma vinieron trabajando, yo hice estos kms hasta Lozoya sin dar pedales, aprovechando este tiempo para comer y beber.
Llegamos a Lozoya, donde vuelve a haber mucha gente animando e inicio la subida por delante de mis compañeros de fatiga que seguramente tardarán todavía 4 o 5 minutos en comenzar a escalar. Me encuentro fenómeno y rápidamente dejo atrás al grupillo de 8-10 con el que he venido. 39x24 y buena cadencia. Para relajar piernas engrano el 21 y me pongo de pie unos instantes. Me siento y vuelvo al 24. Ritmo, ritmo, ritmo. Me encuentro tan fuerte a estas alturas, que parece que voy dopao. Voy por la izquierda adelantando gente sin parar. Además, oigo comentarios detrás de mí del tipo "¡....joder, cómo va este...!" o "¡...qué hace la peña para ir así...!", y eso le pone las pilas a uno.
Paso a un par de chavales bastante más jóvenes y finos que yo que no van mal. Me cogen rueda y se quedan ahí. Aguantan bien. Tras algo más de 1 km siguen conmigo, así que decido probar: subo un puntito, lo justo que veo que puedo mantener en el tiempo. Parece que vienen, pero tras 100 metros, cede uno de ellos. Al segundo lo llevaré colgado todavía algo más de medio km, pero lo oigo boquear detrás de mí como pez fuera del agua. Un puntito más, 20 metros y se suelta de golpe. El esfuerzo me ha castigado, pero en cuanto relajo el ritmo unos instantes, me recupero sorprendente bien. Encuentro pronto mi marcheta y continúo disfrutando de la subida. Pero vamos a contarlo todo para no ser tan autocomplacientes: a la altura del cartel que ha puesto la organización y que anuncia 2 km para coronar, me pasa un tipo flaco como un junco y con más nervios y venas que un filete malo, que más que subiendo, parece que iba esprintando. No sé si el tio llegaría así hasta arriba, pero así le perdí yo de vista en menos de 30 segundos. En fin, cada uno a lo suyo... Y lo mío ahora es meter en el zurrón el cuarto del día. Y lo hago pocos minutos después más contento que un niño con zapatos nuevos porque ya van 120 kms con 4 puertos y no he sufrido en ningún momento. Repongo agua en el avituallamiento de Navafría y espero a Juanma y a Juan Carlos que llegan juntos en unos 10 minutos. Vienen animados. Sobre todo Juan Carlos, que parece que se va encontrando algo mejor y ve disipadas ya sus dudas en cuanto a si será o no capaz de terminar. Permanecemos todavía unos minutos en la zona de avituallamiento comiendo un poco y refrescándonos antes de iniciar el descenso.
La bajada por esta vertiente, mala y muy peligrosa. No hay grandes baches, pero el estado del asfalto es tan malo que hay que disminuir mucho la velocidad y sujetar bien las orejas de la burrilla para no perder el control. Así que, tranquilitos, llegamos al cruce en el que giramos a la izquierda para dirigirnos definitivamente a Segovia. El tan temido tramo de toboganes no lo es tanto hoy. El viento entra de costado pero ayuda algo en ciertas ocasiones. Al igual que en la zona llana de Lozoya voy tirando fuerte. Juanma me da relevo de vez en cuando. Está eufórico, ya que pensaba ir mucho peor a estás alturas, pero el tío está enterito... Vamos pasando grupos de ciclistas que van demasiado lentos al tiempo que vamos formando un pequeño pelotón con gente que se sueltan de los primeros para unirse a nosotros. Pero aquí no da relevo ni El Tato, así que cuando enlazo de nuevo con otro grupo, me quedo ahí a que me lleven ahora a mi un poquito... Al poco tiempo pasa otro grupo ligero y salto para cogerme. Le digo a Juanma y Juan Carlos que aceleren para que no se nos escapen. Con este grupo iremos durante un tiempo hasta que se paran en el avituallamiento que queda a la altura de Sotosalbos. Nosotros contínuamos dentro de un grupo de unos diez corredores, que sin organización, vamos cubriendo los kms que quedan hasta Segovia. Con nosotros viene una chica que lo está pasando mal y se corta con facilidad. Me dejo caer para animarla y le digo que si ha venido hasta aquí, no puede soltarse ahora. A ella sola, los 12-14 kms que quedan se le pueden hacer eternos, así que de vez en cuando le doy un empujón para que no se quede. Pregunta con angustia constantemente que cuánto queda. Al final, consigue entrar con el grupo en las rotondas que dan acceso al Pabellón Pedro Delgado y le cambia la cara. Nos cambia a todos, ¡¡porque esto ya está!!
Son poco más de las 14.40 y entramos con 6h 31'. Tiempo de risa, pero enormemente satisfecho por las sensaciones que he tenido. Hacemos bronce, pero hubiesemos hecho plata (menos de 6h 9') con la chorra. Y quien sabe... El oro estaba en menos de 5h 40'... (¡¡Bueno, buenoooooooo.... No te emociones, Tapiaaaaaaaa!!)
Pero lo mejor de todo, con diferencia, está por llegar: ¡¡Hay birra para acompañar la comidaaaaaa!!
Me encantaría poder repetir algún año, si la salud lo permite.
Y así es como yo lo viví... Desde la Zaga.
PRÓXIMA SALIDA:
Una vez numerados, subimos en las burrillas y, hacia el Acueducto. Frio y más frio. Me pongo el cortavientos que he traido para cubrirme en las bajadas, pero sigo pajarito. Las mandíbulas de Juan Carlos parecen castañuelas en plena Feria de Abril. Juanma se estira los manguitos como si con eso fueran a calentarle más.
Pero aun nos queda lo peor: llegamos al Acueducto a la 7.45 aproximadamente, pero entre homenajes, consejos, indicaciones y que a Perico se le han pegao las sábanas, la salida no se produce hasta pasadas las 8.10. Esos 25 minutos parado a la sombra, hacen que se me escape el pis como si fuese una madre recien parida. ¡¡Vamonos yaaaaaa...!!
¡Por fin! Cuenta atrás y nos ponemos en marcha. Primero andando despacito y luego con un pie encalado en el pedal. Después de unos metros ya rodamos con normalidad. Miro a mi alrededor para localizar a mis compañeros, pero sólo veo a Juanma. Espero que él tenga ubicado a Juan Carlos. Pero cuando consigo acercarme a él y le pregunto, me dice que no sabe dónde está. ¡No puede ser! ¡Si hemos salido juntos!
Rodamos muy despacio para poder ver a nuestro compañero. La gente nos pasa sin cesar. Pero Juan Carlos no aparece. Entre esta marabunta de ciclistas, ya no sabemos si viene por detrás o ha pasado hacia adelante y no le hemos visto. Seguimos rodando muy despacio, pero cuando llegamos a La Granja, decidimos coger ritmo e integrarnos con los ciclistas que nos siguen adelantando. Cuando coronemos Navacerrada, llamaremos para ver si nos podemos reunir.
Los kilometros que hay desde La Granja hasta el rio Eresma son puñeteros. No son puerto propiamente dicho, pero castigarse demasiado manteniendo el ritmo de algún grupo que no interese, puede pasar factura en Las 7 Revueltas. Juanma y yo no caemos en la tentación y mantenemos nuestra marcheta. Nos sigue pasando gente. Parece que no se acaban nunca, pero ni rastro de Juan Carlos. Empezamos a pensar que va por delante...
Llegamos al puente sobre el Eresma. Comienza la ascensión. Lo más duro de este puerto son los 3 kms iniciales y los últimos 500 metros, así que desde el inicio pongo todos los "yerros". 39x28, cadencia y pa'rriba. Voy muy cómodo, como no podía ser de otro modo. Estamos enteritos y con el depósito lleno. Además nos anima ver cómo vamos dejando atrás a todos aquellos que hace unos instantes nos rebasaban sin cesar. Voy marcando ritmo desde el inicio. Juanma viene fácil, así que no variamos. Una revuelta, otra y otra más. Siempre que subo esta vertiente de Navacerrada intento contar 7 revueltas, pero nunca lo consigo. ¿Tiene 7? Yo creo que no, pero en fin... Esta refexión me permite devorar otro km sin enterarme. Ya sólo quedan 140... Pasa Juanma y sube un puntito. Ha puesto la música en su tlfn, así que mantendré el ritmo aunque sólo sea por ir entretenido. ¡Pero no te pases...! En principio, el tráfico está abierto, pero por aquí no aparece ni un coche, salvo los de organización, que de vez en cuando piden paso, por lo que la marcha ocupa prácticamente toda la calzada. A falta de 2 kms para coronar, Juanma y yo circulamos por la izquierda adelantando ciclistas sin parar. Tomo el mando de nuevo y tenso un poquito. En un principio Juanma viene, pero se suelta enseguida. Me contará luego que, sabiendo que pararíamos arriba para intentar localizar a Juan Carlos, prefería reservar esas energías. Quizá yo debí hacer lo mismo... Corono "en solitario" y espero a que llegue Juanma. Lo hace pasado alrededor de un minuto. Bueno... El primero, en el saco...
Contactamos con Juan Carlos tras varios intentos y nos dice que le queda un km para coronar. Ha debido de pasarle algo. No es normal que venga tan atrás. Entre el tiempo transcurrido hasta que contactamos y el que tardó en llegar, pasan casi 15 minutos. Cuando llega a nuestra posición nos cuenta que en la salida, le pasó lo mismo que a nosotros con él, y que en la subida a Navacerrada ha tenido que detenerse tres veces a orinar, profusamente además. Puede que el frio de la mañana y del inicio haya tenido algo que ver. Pero lo malo es que tanta meada, acaba por deshidratarte. Y eso es lo peor que te puede pasar en una marcha de este tipo. A ver qué tal aguanta...
Reiniciamos en esos kms prácticamente llanos que hay entre Navacerrada y Cotos. En cuanto pasa un grupito que lleva ritmo alegre, apretamos y nos enganchamos. Siempre es mejor ir chupando rueda, jejeje... Llegamos a Cotos y nos lanzamos en el descenso. A mi me gusta bajar y sé que puedo arañar tiempo. Pero hoy no tiene mucho sentido, así que cuando engancho detrás de alguien que baja sin detenerse demasiadon en seco en las curvas, me quedo ahí. En la mitad del descenso, cojo a Adolfo, al que vimos pasar mientras esperábamos a Juan Carlos. Iba a acompañar a una amiga en el recorrido, pero me cuenta que compromisos familiares se lo impiden y que dará la vuelta en Rascafría. Me despido de él y sigo a mi ritmo. Cuando llego al tramo de El Paular, aprovecho para comer correctamente mientras espero a mis compañeros de aventura. Nos reagrupamos poco antes de entrar en Rascafría y juntos "disfrutamos" de los adoquines de la localidad antes de girar a la derecha para encarar la segunda de la jornada: Morcuera.
En la web oficial de La Perico, hay unas recomendaciones interesantes acerca de cómo afrontar el recorrido y en ellas se expica que en esta subida el corredor se encontrará pletórico de fuerzas, pero no debe emocionarse, ya que todavía queda mucho. Calcadito: cuando comenzamos a subir Morcuera voy como una moto. Pero me lo tomo con calma... al principio. Vamos los tres juntos hasta mitad de subida, pero Juan Carlos no está teniendo buen día y se suelta. Creo que se ha deshidratado en cierta medida y lo va a pasar mal. Me quedo con Juanma y ocurre como en Navacerrada: pasamos gente constantemente. El ritmo es bueno, pero me veo tan suelto que decido tensar un poco más. Espero no pagarlo más tarde. La música del tlfn de Juanma comienza a oirse cada vez con más debilidad, hasta que dejo de escucharla. Se ha soltado.
Voy muy cómodo. Pasa un km y de repente comienzo a escuchar de nuevo el hilo musical. "¡Coño Juanma, otra vez por aquí...!" Viene un rato conmigo, pero pronto se queda de nuevo. Sigo adelantando ciclistas y nadie me pasa a mi. Eso da ánimos. Pronto termina la parte dura del puerto y salgo a la zona abierta de la montaña. Quedan poco más de dos repechos para meter Moruera en la saca y llegar a la zona de avituallamiento. Ahí está... Un voluntario de organización va indicando a los ciclistas el paso por las balizas que establece el punto intermedio de control. Voy a por agua para llenar mis botellines vacios y espero a mis compañeros. Juanma llega en tres minutos y Juan Carlos en cuatro más. Juanma viene contento de cómo se ha encontrado en la ascensión, pero Juan Carlos viene desanimado. Se lamenta de que no tiene piernas y tiene dudas de si será capaz de terminar. Seguro que si...
Estamos parados un buen rato en el avituallamiento para comer y reponer líquidos. Tras 10-12 minutos, reemprendemos la marcha. Me coloco el cortavientos de nuevo para afrontar el descenso de Morcuera hasta Miraflores de la Sierra. Igual que en Cotos, me quedo detrás de alguien que baje suelto, para evitar sustos. Sobre el primer tercio de la bajada, me encuentro de repente a varios agentes de la Guardia Civil pidiendo precaución y que aminoremos la velocidad. Poco después, veo un Samur atendiendo a un ciclista que está tirado en el suelo. Se ha tenido que hacer bastante daño ya que hay bastante resto de sangre en el piso. Esperemos que no sea nada... Aprovecho la aproximación a Miraflores para beber y tomar algo de glucosa. Cuando voy llegando al cruce en el que se gira a la izquierda para iniciar la subida a Canencia, saco de mi bici el desarrollo de descenso y cargo directamente el 39x28. Es frecuente ver en este lugar a muchos ciclistas echar pie a tierra. Y no es para menos: pasas de bajar a buena velocidad a encontrarte escondida tras el giro una rampa que ronda el 14% y que se prolonga durante al menos 150 metros. Solventada esta dificultad, me reuno de nuevo con Juanma y Juan Carlos. En Canencia, me lo voy a tomar con mucha calma. No le falta razón a Juanma cuando dice que el éxito en Navafría comienza aquí. Esta vertiente del puerto es muy suave. La única dificultad la encontramos en los tres últimos kms, que rondan siempre el 7-8%. Pero son suficientes para salirse de punto y pasarlo mal en la última ascensión.
Llevamos un ritmo tan agradable que nos permite charlar y disfrutar de la subida. Casi sin darnos cuenta, coronamos. Van tres de cuatro. A Juanma sigo viéndole bastante suelto y a Juan Carlos más recuperado y animado. Yo por mi parte, me siento excepcionalmente bien. Tengo la sensación de que no he gastado nada, aunque no sea así. Si no sufro un desfallecimiento repentino, esto lo hago yo hoy con la gorra... Me enfundo de nuevo el chaleco e iniciamos el descenso hacia la población que da nombre a este puerto. La bajada como las anteriores: tranquila y con precaución. El piso aquí es mejor que en Cotos y Morcuera y se podría ir bastante rápido, pero no merece la pena tomar riesgos. Llegamos a Canencia entre los aplausos y ánimos de la gente. Muchos niños han salido a ver pasar a los ciclistas. Esto alienta y reconforta especialmente.
El tramo que hay entre Canencia y el cruce hacia Lozoya pica casi siempre hacia abajo, por lo que se puede ir rápido. Entrando a relevos con un corredor que andaba por allí, circulamos todo el tiempo por encima de 40 por hora. Llegamos al cruce y al girar a la izquierda, el viento entra ligeramente en contra y de costado. La carretera está salpicada de pequeños grupos que avanzan hacia Lozoya. Sería interesante enlazar con uno de ellos que lleve un ritmo adecuado para ir más cómodos, así que me pongo a tirar fuerte para reducir la centena de metros que nos separa de uno de estos grupos. El viento molesta y cuesta rodar, pero poco a poco voy reduciendo la diferencia. Tras un par de kilómetros, consigo enlazar, pero lo hago yo solo, ya que al mirar atrás no viene nadie conmigo. Me quedo aquí tranquilito y me llevan hasta Lozoya. A la postre comprobé que el esfuerzo mereció la pena: mientras Juan Carlos y Juanma vinieron trabajando, yo hice estos kms hasta Lozoya sin dar pedales, aprovechando este tiempo para comer y beber.
Llegamos a Lozoya, donde vuelve a haber mucha gente animando e inicio la subida por delante de mis compañeros de fatiga que seguramente tardarán todavía 4 o 5 minutos en comenzar a escalar. Me encuentro fenómeno y rápidamente dejo atrás al grupillo de 8-10 con el que he venido. 39x24 y buena cadencia. Para relajar piernas engrano el 21 y me pongo de pie unos instantes. Me siento y vuelvo al 24. Ritmo, ritmo, ritmo. Me encuentro tan fuerte a estas alturas, que parece que voy dopao. Voy por la izquierda adelantando gente sin parar. Además, oigo comentarios detrás de mí del tipo "¡....joder, cómo va este...!" o "¡...qué hace la peña para ir así...!", y eso le pone las pilas a uno.
Paso a un par de chavales bastante más jóvenes y finos que yo que no van mal. Me cogen rueda y se quedan ahí. Aguantan bien. Tras algo más de 1 km siguen conmigo, así que decido probar: subo un puntito, lo justo que veo que puedo mantener en el tiempo. Parece que vienen, pero tras 100 metros, cede uno de ellos. Al segundo lo llevaré colgado todavía algo más de medio km, pero lo oigo boquear detrás de mí como pez fuera del agua. Un puntito más, 20 metros y se suelta de golpe. El esfuerzo me ha castigado, pero en cuanto relajo el ritmo unos instantes, me recupero sorprendente bien. Encuentro pronto mi marcheta y continúo disfrutando de la subida. Pero vamos a contarlo todo para no ser tan autocomplacientes: a la altura del cartel que ha puesto la organización y que anuncia 2 km para coronar, me pasa un tipo flaco como un junco y con más nervios y venas que un filete malo, que más que subiendo, parece que iba esprintando. No sé si el tio llegaría así hasta arriba, pero así le perdí yo de vista en menos de 30 segundos. En fin, cada uno a lo suyo... Y lo mío ahora es meter en el zurrón el cuarto del día. Y lo hago pocos minutos después más contento que un niño con zapatos nuevos porque ya van 120 kms con 4 puertos y no he sufrido en ningún momento. Repongo agua en el avituallamiento de Navafría y espero a Juanma y a Juan Carlos que llegan juntos en unos 10 minutos. Vienen animados. Sobre todo Juan Carlos, que parece que se va encontrando algo mejor y ve disipadas ya sus dudas en cuanto a si será o no capaz de terminar. Permanecemos todavía unos minutos en la zona de avituallamiento comiendo un poco y refrescándonos antes de iniciar el descenso.
La bajada por esta vertiente, mala y muy peligrosa. No hay grandes baches, pero el estado del asfalto es tan malo que hay que disminuir mucho la velocidad y sujetar bien las orejas de la burrilla para no perder el control. Así que, tranquilitos, llegamos al cruce en el que giramos a la izquierda para dirigirnos definitivamente a Segovia. El tan temido tramo de toboganes no lo es tanto hoy. El viento entra de costado pero ayuda algo en ciertas ocasiones. Al igual que en la zona llana de Lozoya voy tirando fuerte. Juanma me da relevo de vez en cuando. Está eufórico, ya que pensaba ir mucho peor a estás alturas, pero el tío está enterito... Vamos pasando grupos de ciclistas que van demasiado lentos al tiempo que vamos formando un pequeño pelotón con gente que se sueltan de los primeros para unirse a nosotros. Pero aquí no da relevo ni El Tato, así que cuando enlazo de nuevo con otro grupo, me quedo ahí a que me lleven ahora a mi un poquito... Al poco tiempo pasa otro grupo ligero y salto para cogerme. Le digo a Juanma y Juan Carlos que aceleren para que no se nos escapen. Con este grupo iremos durante un tiempo hasta que se paran en el avituallamiento que queda a la altura de Sotosalbos. Nosotros contínuamos dentro de un grupo de unos diez corredores, que sin organización, vamos cubriendo los kms que quedan hasta Segovia. Con nosotros viene una chica que lo está pasando mal y se corta con facilidad. Me dejo caer para animarla y le digo que si ha venido hasta aquí, no puede soltarse ahora. A ella sola, los 12-14 kms que quedan se le pueden hacer eternos, así que de vez en cuando le doy un empujón para que no se quede. Pregunta con angustia constantemente que cuánto queda. Al final, consigue entrar con el grupo en las rotondas que dan acceso al Pabellón Pedro Delgado y le cambia la cara. Nos cambia a todos, ¡¡porque esto ya está!!
Son poco más de las 14.40 y entramos con 6h 31'. Tiempo de risa, pero enormemente satisfecho por las sensaciones que he tenido. Hacemos bronce, pero hubiesemos hecho plata (menos de 6h 9') con la chorra. Y quien sabe... El oro estaba en menos de 5h 40'... (¡¡Bueno, buenoooooooo.... No te emociones, Tapiaaaaaaaa!!)
Pero lo mejor de todo, con diferencia, está por llegar: ¡¡Hay birra para acompañar la comidaaaaaa!!
Me encantaría poder repetir algún año, si la salud lo permite.
Y así es como yo lo viví... Desde la Zaga.
PRÓXIMA SALIDA:
DIA 24/8/2014
RUTA A CARABAÑA
SALIDA: 8h.
KMS: 109
DESNIVEL: 662 m
PARADA: CARABAÑA
RECORRIDO:
VALDEMORO 0
CIEMPOZUELOS 8
SAN MARTÍN DE LA VEGA 16
CRUCE DE LA
RADIO
27
ARGANDA DEL REY 36
CUESTA DE
ARGANDA A VALDILECHA 40
VALDILECHA
50
ALTO VALDILECHA
A CARABAÑA
52
CARABAÑA
60
TIELMES 67
PERALES DE TAJUÑA 71
MORATA DE TAJUÑA 89
TITULCIA 94
CUESTA DE
CIEMPOZUELOS
102
VALDEMORO 109
Felicidades para todos, especialmente, si me lo permiten los demás, para Antonio, que hizo la marcha como una moto. Eres un crack, amigo.
ResponderEliminarYo también cuento 6 revueltas cuando paso por allí. Pero es que no contamos la segunda (subiendo), que es muy abierta, tanto que casi no se nota como revuelta. Mira el mapa.
Qué máquina, Antonio. Subir adelantando gente. Me gustaría haberos visto.
¿Metiste el 21 para relajar piernas o lumbares? Más bien lo segundo, ¿no?
¿Eso comentaba la gente cuando les pasabas? Yo, cuando me pasan en un puerto, suelo comentar "a este no le afecta la gravedad" jajaja. Dejaste alto el pabellón de nuestra grupeta, amigo.
Cuando yo hacía la Perico allá por 2005, el mejor asfalto estaba subiendo Navafría por la cara norte, y ahora comentas que está bacheado. Será la crisis. Entonces estaba fatal la bajada a Lozoya.
Así que "aquí no da un relevo ni el Tato"... ¿Y cuando comentabas "En cuanto pasa un grupito que lleva ritmo alegre, apretamos y nos enganchamos. Siempre es mejor ir chupando rueda, jejeje..."? Igual eran los del grupo anterior, jajajaja.
Bueno, bueno, cuánto me alegra que hayáis disfrutado tanto. Yo lo he hecho leyendo la crónica. Nos vemos el domingo.
Crónica muy completa. Aún me sigo sorprendiendo de la memoria de la que hacéis gala, y más teniendo en cuenta que uno está a mil coas cuando practica este deporte.
ResponderEliminarHago alguna aportación a la crónica y seguro que Juanma también se anima.
He de rectificar lo de la temperatura en Segovia. Eran 8 los grados que marcaba mi GPS. De hecho, también escuché a alguien comentar la temperatura que hacía en la salida una vez acabada la marcha y decían que era 8 grados. Lo comento por que en estos días he estado buscando una explicación a lo que me pasó en la Perico y creo que esto fue lo que provocó que perdiera la cuenta de las veces que oriné, el frío que pasé en los momentos antes de salir. En total creo contabilizar 7 u 8. Todas ellas copiosas y que hicieron que me deshidratase. (He leído que esto puede ser perfectamente una causa de lo que pasó, con su explicación física y me ha dejado algo más tranquilo) No entendía cómo encarando el segundo puerto me dolieran las "patas" más que el sábado pasado, después de realizar toda la salida por el mismo sitio y con mas kilómetros y desnivel acumulado. De pulsaciones y ritmo respiratorio iba bien, pero las piernas no respondían. Algo pasaba y es que había perdido demasiadas sales minerales en mis paradas a orinar. Eso lo sé ahora que me he informado, pero cuando coroné Morcuera pensé que no acababa y no sabía muy bien qué me pasaba. Me fui encontrando mejor a medida que pasaban las horas y los kilómetros. ya que fui comiendo y tomando geles, pero prácticamente todo lo que bebía lo seguía orinando. El caso es que a pesar de estos inconvenientes pude presenciar esa subida a Navafría y el disfrute que llevaba Juanma al ver que adelantábamos a todo el mundo y que estaba acabando mejor que años anteriores. Esto no ha quedado reflejado en la crónica de Antonio pues él iba por delante despegando dorsales. Yo le comenté a principio de puerto a Juanma, cuando puso el ritmo, que no sabía cuanto tiempo le aguantaría, que petaría a mitad de puerto, pero no fue así. Me fui encontrando con fuerzas y conseguí acabar el último puerto de la marcha con Juanma a un muy buen ritmo. Juanma decía que adelantar a tanta gente en una marcha como esta y teniendo en cuenta que era el último puerto, daba un subidón importante. El tío iba disfrutando como un niño. Yo ahora lo recuerdo y también lo disfruto, pero en aquel momento el sentimiento que ocupaba toda mi mente era el sufrimiento y el dolor de piernas que llevaba.
Insistí en varias ocasiones a mis compañeros de penurias que tirasen para adelante, que no me importaba, que solo no me iba a quedar, pero se empeñaron en esperarme. Se lo agradezco enormemente, pero me sabe mal por ellos por que podrían haber realizado un tiempo bastante mejor, sobretodo Antonio que tal vez hubiese rozado el oro. Ya le dije días antes que iba a acabar sobrado.
De toda experiencia en esta vida, siempre se pueden sacar cosas positivas. En este caso he podido ver mi capacidad de sufrimiento. No soy ningún portento, pero creo que sé sufrir mejor que Xavi en el medio del campo. Otra cosa positiva es que la Perico no se me resistió a pesar de los percances. Por mis narices la acababa y la acabé.
Y lo más positivo que he sacado, es que no me vuelven a ver el pelo en esta marcha jajajaja. El año que viene mientras ascienden Morcuera yo estaré pensando en si dar otra vuelta en la cama o levantarme a desayunar unas tostadas jajajaja.
Seguro que repito y todo...
Juan Carlos, ¿es la primera Perico que haces? Yo hice dos y en la segunda dije lo mismo que tú, que por ahí no me veían más el pelo.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu pundonor. Eres otro crack.
Sí, es la primera. Si las circunstancias lo permiten me gustaría que no fuese la última. Se sufre, pero es un gran recuerdo y un gran día de ciclismo que incluso puedes compartir con la familia. En la llegada había de todo. Allí comía quien quería. La verdad es que la organización estuvo genial y esas cosas son las que te animan a volver otro año siempre y cuando se pueda.
ResponderEliminarAh, truhán, ya cambias de idea...Tras dos marchas quedarás saciado, jeje.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminar¡¡¡¡ Enhorabuena a todos !!!!
En primer lugar espero que los motivos familiares por los que Adolfo no pudo terminar la etapa, no sean graves. A los demás "Chapeau", porque habéis hecho una marcha que os apetecía, la habéis terminado y sobre todo, habéis disfrutado de ello. Incluso Juan Carlos, que por lo que comentáis, fue el que peor lo pasó, por su constante "pisssssssss", (jajaja), al final como él mismo dice, ahora con el paso de los días, también tiene un grato recuerdo y ya piensa en participar el año que viene. !Enhorabuena campeones!
Saludos.
Buenas y enhorabuena por haber terminado esta dura marcha, y encima hasta con fuerzas. Joder, yo la hice hace 20 años (la primera) en 7 horas 50 minutos, vais como motos. El año que viene quiero volver a hacerla, a ver qué tal de me da. Iré colgando los progresos aquí: http://veinteanosyundiadespues.blogspot.com.es/.
ResponderEliminarDebo pediros disculpas, iba a haber saludo un día con vosotros, pero es que hay días que termino de trabajar a las 2 de la mañana, como aquel día, y aunque lo intento, hay días que me es imposible levantarme con tan poco descanso. De todas formas, para mantenernos en contacto, le puse mi teléfono a Gorgonio en un mensaje de hangout, si no lo ves, luego te lo pago por correo.
Saludos y, de nuevo, enhorabuena por vista gran actuación.
Gracias, Juan Antonio. Cuando quieras salir con nosotros no tienes más que poner un comentario en el blog avisando dónde nos esperas.
ResponderEliminarSaludos.