"Cimeando" viene de Cimear, es decir, de hacer o conquistar 
CIMAS. Es
 la actividad del reto CIMA (Certificado Ibérico de Montañas Ascendidas)
 en el que participo con entusiasmo desde hace unos años. Un reto que me
 tiene totalmente cautivado y supermotivado para recorrerme la Península
 Ibérica entera, en busca de sus puertos más bellos y atractivos, 
producto de la investigación y el debate de un entusiasta grupo de 
amigos aficionados a este bonito deporte que es el ciclismo. El que 
quiera saber más de  este reto que visite esta interesante página: 
http://retocima.webcindario.com/index.htm
Ya
 he completado 144 ascensiones de las casi 700 que componen el reto y 
cada vez me siento más atraído por esta lúdica actividad. Lo peor es 
hacer las ascensiones en solitario, pero, aún así, resulta gratificante.
El
 pasado miércoles santo aproveché el período vacacional para acercarme a
 Salamanca y completar las tres ascensiones que me quedaban, de gran 
belleza, en la Sierra de Francia y Arribes del Duero. Aproveché la 
cercanía de Portugal para hacer la cata al vecino país, con todo un 
mihura de tan solo 4 kms, pero impresionantes cifras. Paso a contároslo. El título que sigue es un enlace a la crónica que colgué en la página de Altimetrías:
 
CERRANDO SALAMANCA Y ABRIENDO PORTUGAL.
Cuando fui a la Sierra de Francia con mi antiguo club hace unos años, diseñé 
una ruta que pasaba por el Portillo de la Batuecas y acababa en La Peña 
de Francia, dos sabrosos cimas salmantinos. Pero no me enteré de que la 
ruta diseñada descendía Mogarraz, en cuyo descenso pensé que bien podía 
ser un cima, y al llegar a casa lo comprobé con desolación. Allí se 
quedó Mogarraz, solito, porque los puertos del sur salmantinos los hice 
en la gran quedada de Béjar. Tocaba ir a por él y luego desplazarme 100 
kms en busca de Saucelle y Aldeadávila. Ilustres cimeros como 
Miguel Mikmik44, Fernando Doc Holliday, Rafa Rascoot,
 etc. me precedieron por esta zona y se llevaron en la saca la cata 
portuguesa: Poiares. Yo no iba a ser menos y lo incluí en el menú, así 
como el cercano Fermoselle zamorano, aunque éste no pude subirlo por 
circunstancias que luego explicaré. Empecemos el primer capítulo.
SA09-MOGARRAZ
Son las 5:15 de la mañana del 15 de abril de 2014. Hoy hace un año 
que me operó el doctor Mata y no me puedo encontrar mejor gracias a 
Dios. Esta empresa ha confirmado lo que ya adelantó la incursión en los 
cañones del Ebro, allá por octubre, y los cuatro cimas que subí al día 
siguiente: que no me resiento de la espalda y, además, las rodillas se 
comportan bien y me permiten pedalear sin apenas inconvenientes. Salgo 
de casa y echo gasóleo en la gasolinera de Rompecubas, la más barata de 
la Comunidad madrileña después de la de Leclerc, en Pinto. A 125,9 
centimos litro. Me pongo rumbo a Salamanca y paro en Vecinos, a las 
8:10, a desayunar un buen café con leche y una tostada ¡¡de jamón!!, que
 no tenían mantequilla y mermelada. Claro...en la tierra del jamón 
ibérico qué te puedes esperar. Ayer avisé a Salva y me dijo que no sabía
 si podría acercarse. Le mando un washap y me contesta que sale en bici 
hacia Casas del Conde para subir Mogarraz conmigo. ¡¡Estupendo!! Cuando 
llego al cruce de Cereceda de la Sierra, sale un ciclista a incorporarse
 a mi dirección y pienso que no puede ser otro que Salva. Efectivamente.
 Nos saludamos y continúo, que él llegará poco después. En mi 
acercamiento a San Miguel de Robledo capto imágenes como ésta de 
SA06-PEÑA DE FRANCIA:
Y en San Miguel compruebo que los cerezos aún están en pleno apogeo floral:
Continúo y llego a Casas del Conde. Enseguida llega Salva, me cambio y salimos a hacer la ruta, no sin antes hacernos esta foto:
Descendemos hasta el río Francia, lugar en el que empieza esta 
vertiente o inicio. Conozco la otra y me gusta más esta, a pesar del 
firme botoso:
 
Enseguida llegamos al cruce donde se unen los dos inicios diferentes del puerto:
Mogarraz es muy tendido, sin dificultades y se sube con comodidad. Vean las caras de sufrimiento que llevábamos:
 
Alcanzamos el pueblo y Salva, que me va amenizando la subida con sus 
conocimientos de la zona, me comenta que la torre de la iglesia no está 
unida al templo, curiosamente como los campaniles del cuatrocento 
italiano:
Además me dice que la mayoría de las casas tienen en sus fachadas los
 retratos de sus moradores en plena juventud, encargados a un buen 
artista local, que los pinta al fresco en las paredes, algo que no 
percibí en mi visita anterior, en 2008. Igual esta actividad es 
posterior a esa fecha:
Pasado el pueblo, alcanzamos el cruce de Monforte:
Y continuamos un placentero pedaleo. Cómo iba a echar de menos a Salva el resto del día:
Poco después llega otra vista espectacular de la subida, con la Peña 
de Francia en el horizonte y los lados flanqueados por los robles 
despertando de su letargo invernal:
 
Y coronamos en el cruce de Sotoserrano. Allí nos despedimos, 
agradeciendo a Salva su buena compañía, y yo emprendo el descenso. De no
 tener que desplazarme a Saucelle, lo suyo hubiera sido seguir con Salva
 hasta El Cabaco, su pueblo, y terminar la ruta circular por San Miguel:
Descendiendo, paro a tomar esta bella imagen del puerto con la Sierra de La Covatilla al fondo:
También capto esta vista de Casas del Conde entre los árboles, ya cerca de acabar el descenso:
Guardo la bici en el coche y salgo para San Miguel. La subida por 
este lado es bonita y bien podría ser cima. Paro a sacar estas vistas:
 
Y continúo hacia Saucelle. Son las 11:30 y me espera un largo 
traslado que me va a entretener con los continuos pasos por el interior 
de pueblos, sin rebasar 50 km/h. A las 12:45 llego a Saucelle. Pero esta
 nueva ruta merece otro capítulo.
PR21-POIARES Y SA02-SAUCELLE.
Como decía antes, llego a Saucelle a las 12:45, muy retrasado a causa
 del largo desplazamiento. Busco un sitio para aparcar, monto la bici, 
como y bebo y arranco el segundo sector:
La carretera es botosa, con firme irregular, y el descenso es un poco pesado, pero en cuanto veo esta imagen:
...se me pasan las quejas y me entusiasmo con el espectáculo natural 
que ven mis ojos. La bajada hasta la presa; la posterior subida, ya en 
Portugal, hasta la carretera que me llevará al pie del coco del día: 
Poiares, que debe ser algo parecido a subir la montaña de enfrente:
Continúo bajando y disfrutando de las bonitas vistas:
...y me llama la atención esa carretera que sube por ese valle. En el
 mapa descubro que va a Barca d´Alba y de ahí se llega a La Fregeneda. 
Bonita ruta y otro posible cima portugués:
Sigo descendiendo y observo el poblado de los obreros que construyeron la presa en su día:
Poco antes del final de la bajada me aparto hasta un mirador y disfruto con estas vistas sobre el embalse:
 
 
Atravieso la presa y entro en Portugal, sin guardias ni vigilancia alguna, que para eso ya somos de la UE:
Portugal me da la bienvenida y me aplico a ascender este muro hasta 
la carretera superior. Durísimas rampas las de esta cota. Y el sol 
calentando de lo lindo, pasando de 30º con holgura. Hermoso recibimiento
 del país vecino:
 
Corono y saco una foto de la pared de Saucelle que me espera a la vuelta de mi incursión portuguesa:
Y pongo rumbo a la subida de Poiares. Por el camino me llaman la 
atención las vides cultivadas en terrazas que jalonan la carretera. Buen
 vino, auténtico ribera del Duero, saldrá de estas plantaciones:
Enfrente veo lo que sin duda para mí es el puerto, con la carretera 
ascendiendo la parte alta de la montaña en tan corto espacio. Madre mía,
 lo que se me viene encima:
Llego al cruce y lo paso un poco para sacar esta foto:
...y me aplico en ascenderlo con paciencia, porque Poiares es un 
puerto para subirlo despacico y disfrutar de sus vistas. Si lo subes 
rápido, no te dará tiempo a delitarte con sus magníficos paisajes. Por 
ello, prohibido pasar de 10 km/h, excepto en algún descansillo, jajaja:
 
Empezamos la escalada y desde el primer metro sabemos que lo vamos a 
pasar mal, pues ya estamos por encima del 10%, pero me digo que solo son
 4 kms y me conformo. La carretera está preciosa, salpicada de 
primavera: 
 
Meto todo el desarrollo: 30x29, que no es cuestión de dejar piñones 
para el final. Hay que reservar fuerzas desde el principio. En esta 
vista se aprecia por dónde hemos de subir:
Se presenta la primera rampa seria. Empiezo a acordarme de la Cuesta 
de Cabanes, salvando las distancias, pero esta carretera es más ancha y 
permite hacer SSS con facilidad. En una de ellas, la cadena me pega un 
salto que a punto estoy de irme al suelo. Parece ser que llevaba el 
cable del cambio poco tenso y esa era la razón, pero eso no lo supe en 
el momento y, como volvió a ocurrir, bajé al 26 y problema solucionado. 
Así que subí con 30x26:
Tras un nuevo rampón, la carretera gira hacia la izquierda en busca 
de la herradura que nos lleva a la línea superior que se divisa al 
fondo:
Vamos ganando altura con rapidez:
Y ya tenemos a la vista la herradura del piso superior:
Esta es la herradura. Aquí también debería poner: "empieza el 
infierno". Nos enfrentamos al último km, en el que el clinómetro se 
mantendrá casi siempre por encima del 15% y alcanzará picos superiores 
al 20%:
La vigésima letra del alfabeto, toma protagonismo en esta parte de la
 subida. Mis pulsaciones se disparan por encima de 170, y la cadena aún 
me hace algunos amagos de saltar. Me lo tomo con paciencia. Me adelanta 
una gran lagartija portuguesa. Cómo corre la jodía, y cuesta arriba. No 
puedo seguirle la cola:
La temperatura es muy alta, 34º, no traje crema solar y Lorenzo me 
está tostando a fuego lento. Vaya brazos me va a dejar. Alguna nube se 
cruza gentilmente en el camino del sol y me da un respiro, pero el sudor
 cae de mi frente a borbotones. Bebo agua sin parar, que no es cuestión 
de deshidratarse. Por la derecha empiezo a asombrarme con las vistas del
 valle:
 
Curiosas formaciones rocosas las de esta zona:
La pendiente aumenta. Ya no puede ser mucho mayor, me digo. En cada 
curva del fondo tengo la esperanza de ver el final, o intuirlo. Pero no 
llega. Hay que aguantar como sea:
De nuevo me asomo a la derecha. Es impresionante la vista de lo ascendido, con el Duero al fondo:
Pero esto no ha acabado aún. Me queda la traca final, porque espero 
que aquella cota sea el final del puerto; o al menos tengo esa ilusión:
Gracias a Dios es el final. Echamos la vista para atrás y vemos esto:
 
Y nos hacemos la foto en este portuguesísimo cartel, que anuncia un 
mirador al que no me apetece subir dada la distancia y mi calzado: 
Por si hay duda, esta otra foto (móvil):
Aparece el cartel que anuncia la proximidad del pueblo de Poiares y 
me lanzo cuesta abajo a todo tren. Llevo una sudada de espanto, pero 
agradezco el viento fresco. La pendiente es fuerte y paso de 60 km/h con
 facilidad:
 
Llego al pueblo, a la plaza. Veo un señor mayor a la sombra. Me 
acerco y le pregunto por un bar. Creo que no me entiende. Silabeo, como 
en las películas y ni leches. Me contesta en portugués y, francamente, a
 un gallego se le entiende mejor. Coño, con lo cerca que estamos de 
España y ni una palabra en español. Le hago gestos de empinar el codo y 
me lo coge al vuelo. La verdad es que también era un poco sordo. Me 
indica donde hay un bar, pero no me entero de nada. Doy una vuelta por 
la plaza y veo un fuentecilla de esas de pulsar un botón y salir un 
chorrito hacia arriba. Sacio mi sed y lleno el bidón, bueno, a medias, 
porque no podía tumbarle. Foto (móvil) en la Plaza de Poiares:
Y ahora, ¿por dónde salgo? Ni señal que me indique por dónde sigue la
 carretera. Miro en el GPS y no lo pone. Solo veo mi situación. Lo que 
no me pase a mí... En esto que llega un coche con dos jóvenes que 
tampoco hablan na de español. Les pregunto para volver a España y me 
indican el camino del puerto. Les digo como puedo que por el lado 
contrario. Al final me entienden y me dan indicaciones. Solo pillo que 
he de pasar por adoquines y luego subir "por la montaña". Jodo, que 
trance, y el reloj corriendo. Encuentro los adoquines y llego a una 
plaza con cuatro salidas, dos en cuesta. ¿Por dónde tiro? Hay dos 
mujeres hablando en su puerta. Me acerco y pregunto. Estas me entienden 
menos y hablan portugués a mil por hora. Pero al final capto que debo 
girar a la derecha en la plaza. Llego a la plaza y a la derecha hay una 
rampa del 18% lo menos. Madre mía cómo no sea por ahí. Subo a chepazos y
 me miran unos albañiles en el tajo con extrañeza. Me mosqueo. Pero al 
fondo diviso un stop, ¡¡salvado!! Es la carretera. Continúo ascendiendo y
 al coronar hay un cruce. A la derecha la carreterilla creo que va a un 
mirador frente a la presa de Saucelle. Ignoro esa carretera y sigo de 
frente. Veo al fondo una carretera que se mete en Portugal de lleno y me
 pregunto si será la que llevo. Jolín que preocupación. Pues hay que 
comprobarlo. Me lanzo para abajo y descubro con satisfacción que hay un 
cruce y a la derecha voy para España. Menos mal. Respiro profundamente. 
Poco después llego a este cruce:
Sigo a la derecha. Descenso continuo. He agotado el agua (serán los 
nervios) y paso junto a una fuente que parece un abrevadero de ganado. 
Pero no hay cartel que prohiba beber. Pruebo el agua y está divina. 
Lleno el bidón y me lo bebo de un tirón. Lo lleno de nuevo y continúo:
 
Bajo a la presa y comienzo la ascensión de Saucelle, con un primer km
 bastante duro, pero luego la pendiente suaviza y se hace muy llevadera.
 Mientras asciendo vuelvo a disfrutar de este marco natural 
incomparable:
Y concluyo un nuevo cima, el tercero del día:
Mientras me acerco a Saucelle me llama la atención lo recortaditas 
que están las encinas por abajo. Tan igualaditas que no puede ser más 
que consecuencia de la altura a la que llegan las reses que se alimentan
 de sus hojas. O quizás sea otra la razón:
Saucelle:
Y avituallamiento en un bar del Atleti en vísperas de que el Madrid 
se proclamara Campeón de la Copa del Rey. La cerveza de medio litro que 
me tomé me supo a gloria:
Poiares y Saucelle me han parecido dos Cimas memorables y 
recomendables. He disfrutado mucho. Únicamente reprobar el mal firme de 
Saucelle, pero ciclable, al fin y al cabo.
Yo propongo a los que dispongan de tiempo salir de Saucelle hacia 
Hinojosa del Duero, que no parece mala carretera, y descender por esa 
vertiente hasta la presa, hacer la incursión de Portugal y luego 
ascender Saucelle, para no pasar por el mismositio en ningún momento. 
Salen 69,2 kms y 1.956 metros de desnivel. Mapa y perfil:
 
SA04 - ALDEADÁVILA.
Mientras me comía el bocata y me bebía mi merecida jarra de cerveza 
(qué delicia; cómo entraba) me preguntaba el señor del bar por mis 
planes. Le comento que voy a Aldeadávila y quiero subir desde abajo al 
mirador de la presa, para luego descender y continuar la escalada hasta 
el pueblo. Él me apunta que no hace falta que vuelva a bajar, porque esa
 carretera sigue hasta el pueblo. Yo le digo que aunque siga, quiero 
bajar y subir la vertiente oficial completa. El error estaba sembrado. 
Llego a Aldeadávila, saco la bici y como quiero hacer Fermoselle para 
acabar (aunque no me dé tiempo a hacer la ruta envolvente que me 
aconsejó Miguel), pienso que voy a bajar hasta el mirador por la 
carretera desde el pueblo y así me ahorro la ascensión al mirador desde 
abajo y gano tiempo. Llego al cruce donde está la señal que indica 
"Mirador del Fraile" y tiro hacia la derecha, a dicho mirador, creyendo 
que es el mismo que visitó Miguel. Llegando a él empieza a corroerme una
 terrible duda: que el mirador de Miguel y éste no son el mismo y que 
igual la carretera no sigue y me tengo que volver por el mismo sitio. Y 
mis sospechas se confirman, cagüen to lo que se menea. La carretera por 
la que llego se acaba ahí. El mirador de la presa está más abajo que el 
del Fraile y no hay conexión entre ambos. Jodo, mi gozo en un pozo. Me 
resigno y veo a Fermoselle salir volando. Bueno, no hay mal que por bien
 no venga. Volveré para que mi mujer vea esta zona y echaré la bici para
 hacer la ruta circular de Fermoselle y la vertiente de Playa del 
Rostro. Pues nada, al menos disfrutaré el Mirador del Fraile, en el que 
las vistas también, son espectaculares:
 
 
Tras el disfrute de este precioso paraje regreso por el mismo sitio 
(ver mapa) hasta el cruce que me llevará hasta la base de la presa. 
Antes fotografío los dos miradores, vista que al bajar me levantó las 
sospechas:
El error me hizo perder un tiempo precioso. El regreso del Mirador del Fraile lo hice por esta carretera:
Ya estamos abajo para empezar la ascensión de esta vertiente:
Como vemos en la imagen, el asfalto hasta el cruce donde empieza el 
muro, es impecable. No sé si los que habéis subido antes ya lo 
disfrutasteis así:
 
Llego al cruce de la carretera que sube al mirador y paso de subir, 
porque no creo que las vistas sean mejores que las del Mirador del 
Fraile ya visitado:
Vamos ganando altura en una ascensión que con este buen asfalto es muy llevadera:
 
Una forma de fotografiarse a sí mismo en plena ascensión:
La tarde va cayendo y lamento que ni siquiera me va a dar tiempo a hacer la vertiente de Playa del Rostro:
Antes del desvío hacia Aldeadávila hay un buen tramo con muy poco 
desnivel, que te permite recuperar para afrontar el tremendo muro que se
 avecina tras este cruce:
La foto no hace justicia al 15% que hay en esta zona:
En esta otra se aprecia mejor, a la vez que os muestro mi esfuerzo. Sudaba a borbotones:
No se vayan que aún hay más:
Y en el cruce, con la puesta de sol, se acabó el estupendo día de 
ciclismo que empecé con Salva en Mogarraz. La foto no es muy buena, no 
sé qué pasó, pero es la de Aldeadávila al zurrón. La hice colocando la 
cámara sobre la señal de stop. Se aprecia el cruce del Mirador del 
Fraile (derecha) y la presa (izquierda):
Poco después me cambiaba y me metía en un hostal de Aldeadávila a ver
 al Madrid. Salí para casa a las 12:20 y en Salamanca, en una rotonda 
antes de coger la A-50 para Ávila, un control de alcoholemia de la 
Guardia Civil a la 1:40. Solo faltaba que me multaran y no pudiera 
seguir conduciendo, pues me tomé un par de cervezas viendo el partido. 
No recordaba cuánto tiempo hacía desde que bebí. Soplé y a continuación 
el agente me pidió el carnet de conducir. Le dije al guardia que lo 
llevaba en el maletero y me dijo que no hacía falta, que podía seguir. 
Loado sea el cielo. Llegaba a casa a las 4:15, tras parar dos veces para
 ahuyentar al sueño traicionero. Confieso que me dormía sin cerrar los 
ojos.
Ánimo a los que os aventuréis por esta bonita zona. Merece la pena. Espero haberos proporcionado algo de ayuda.
Hasta la próxima.