jueves, 9 de mayo de 2013

EN EL RECUERDO: 2ª ESCALADA AL ANGLIRU.


 LUNES DÍA 22/08/2005
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El día anterior, domingo, sin quererlo, tuvimos que hacer 105 kms con el club, para no perder los puntos que en el caso de Ángel le hubieran hecho perder la primera plaza de su grupo, en el campeonato social, y en el mío, buena parte de la sufrida ventaja que me otorga el primer puesto de mi grupo. Pensábamos si nos pasaría factura el Angliru, que nos esperaba un día después. Tras una buena paella y una no menos buena siesta, comencé los preparativos del viaje. Llamé a Pedro Saludes y me contestó que no podía desplazarse. También llamé a Jose López, que me confirmó su presencia al pie del coloso. Me acostaba a las 12:30, tras una buena cena de ensalada de pasta. Tardé en conciliar el sueño y a las 3:30 sonaba el despertador. Aseo rápido, desayuno discreto y a cargar mi reluciente Zeus, lavada el sábado con esmero. A las 4:05 recogía en Pinto a mi buen amigo Ángel Bautista, de 35 años, emocionado por la empresa que se avecinaba. Dicharacheros, partíamos hacia Pinillos de Polendos, al norte de Segovia, donde nos esperaban Fausto (52 años), Alfonso (56 años)y Miguel Ángel (46 años), tres buenos amigos y mejores personas, que conocí el año pasado al pie del Angliru. Tras equivocarnos en la M-40 y rectificar (si hablo cuando conduzco no atiendo a los letreros), nos presentamos en Pinillos a las 5:30, con una temperatura muy fresca. Allí dejé mi coche y cargamos el furgón que habíamos alquilado para los cinco y nuestras bicis. La bici de Ángel nos dio mucha guerra para colocar la rueda trasera y salimos un poco tarde, a las 6:00 horas.
El viaje bastante tranquilo, con Alfonso al volante, todo un seguro. Paramos poco antes del embalse de los Barrios de Luna para tomar un café con leche y dar buena cuenta de un bocadillo de tortilla francesa y un plátano (obsequio de Ana Mari, esposa de Fausto) (gracias desde estas líneas), ante el reto que se avecinaba. Tras reanudar el viaje y comprobar los estragos de la sequía en los bajos niveles del mencionado embalse, nos introdujimos en la cordillera, con la incertidumbre de qué tiempo nos encontraríamos al otro lado. Pasado en túnel del Negrón, Asturias nos recibió soleada y la emoción nos inundó a la vista del bellísimo valle de La Cubilla, que se extendía a nuestra izquierda. Aturdíamos a Ángel indicándole zonas por las que rodaríamos. Ya en Pola de Lena, nos desviamos para que Ángel conociera El Cordal. La subida, con numerosas curvas, mareó de tal manera a Fausto que hubo que parar en la cumbre para que se recuperara. Allí nos extasiamos con la vista del coloso y Peña Malena Monsacro, de gran belleza. Descendimos y llegábamos a La Vega a las 10:30.

Allí estaba Pablo, jóven asturiano de Oviedo que conocieron Fausto, Alfonso y M. Ángel en La Cubilla, el año anterior, al que llamó Fausto para que subiera el Angliru con nosotros. También estaban Jose López (29 años), su novia Tati, asturiana y su perrito Yaqui.


 Ceremonia de investidura para grandes celebraciones.

 Subimos el equipaje a la habitación, nos cambiamos (Ángel y yo con el traje de gala del club) y montamos las bicicletas. Al comentar Fausto la incomodidad de subir con casco, Tati se ofreció para subir con el furgón, portando cascos e impermeables.

 
 En La Vega, preparados para doblegar al coloso. De izquierda a derecha: Miguel Ángel, Ángel Bautista, Gorgonio, Jose Ortega, Alfonso, Fausto y Pablo.

 
Desvío para comenzar el puerto. Hay que coronar los riscos del fondo. Casi se aprecia la línea de La Cueña, allá en lo alto.

 Tras un par de kilómetros calentando, a las 11,00 h, enfilamos el puerto. Jose y Pablo iban con bici de montaña; Fausto, llevaba un 30x26, como Ángel y yo, pero subió hasta Viapará con 39x24, atrancado, como le gusta a él; Alfonso llevaba un 39x28 máximo y M. Ángel un 24x26. Ángel y yo metimos pronto el 30, alternando con el 19-21, para no quemar energía de más y llegar enteros a la zona dura.

 
 Primera parte del puerto, imagen tomada desde el área recreativa de Viapará. Entre la niebla, La Vega.

 Tras Viapará metí el 30x23, reservando el 26 para la cuesta de Cabanes, hasta la que llegamos todos juntos. Fue en Cabanes (21 %) donde se deshizo el grupo. Ángel se marchó en solitario, seguido de Pablo. Tras ellos iban Fausto, M. Ángel y Alfonso. Un poco más atrás Jose y a 50 m de él, yo cerraba el grupo. Subí Cabanes a 5-6 km/h, sentado, con continuas subidas de la rueda delantera, trazando algunas eses, controlando las pulsaciones entre 165 y 170. Tras Cabanes, mantuve los 6 km/h para recuperar en esas rampas "suaves" del 10-12 % y pasada la curva de Llagos, de nuevo aumentó la pendiente a 13-14 %. A 250 m veía el grupo de Fausto, y Jose me sacaba unos 100 m. Ya había perdido contacto visual con Ángel y Pablo. Es impresionante la rapidez con la que ganas altura.

 
 Curva de Les Picones. Imagen de un viaje posterior.


 Gorgonio negociando la curva de Les Picones, antesala de la temible Cueña les Cabres (Cuesta de las Cabras). Llegaba la hora de la verdad.

 Tras pasar la curva de Picones ( 20 %) me fotografió Tati, a petición mía, pues iba parando siguiendo a Jose. He de decir que Jose era la segunda vez que subía el Angliru en tres días (dos días antes lo subieron Tati y él). Pasada la curva de Cobayos (21 %) se presentó ante mí la Cueña, majestuosa, invitándome a pensármelo dos veces. Pero la suerte estaba echada y no había vuelta de hoja.

 
Angelito en el cartel anunciador de la curva de Cobayos, con la impresionante Cueña al fondo, que desde ahí parece una lanzadera de cohetes. La foto no refleja el tremendo desnivel que alcanza el 24% en algún punto intermedio.

 
Gorgonio en la curva de Cobayos.

 
Otra vista desde Cobayos.

 El grupo de Fausto iba por la mitad y Alfonso comenzaba a tener problemas por su falta de desarrollo. Jose me sacaba ya 200 m. Llegaba la hora de la verdad. Apreté los dientes y yendo de un lado a otro de la carretera (aprovechando la tira de cemento), a 4,5 km/h en ocasiones, con dificultades para mantener el equilibrio, fui superando esa monstruosidad de pendiente, sin quitar ojo del pulsómetro, que no pasaba de 172 pulsaciones.

 
Cartel de presentación de La Cueña, avisando de lo que te espera.

La foto está hecha en un 18%. Tras el cartel se alcanza el 23,5%.

En esta foto, mi posición con verticalidad acorde a la ley de la gravedad revela la inclinación en La Cueña.


 Jose, Ángel, Pablo, Gorgonio y Fausto en plena Cueña, en el descenso. Fijaos en la curva de Cobayos, allá abajo, a tan solo 400 metros. Brutal desnivel acumulado en tan escasa distancia.


 Vistas desde Les Pedrusines. Se aprecian las curvas de Cobayos a la izquierda y Picones a la derecha. Al fondo, la Peña Malena Monsacro. Tras ella, Oviedo, y si el día estuviera claro se vería el mar Cantábrico.


 Más vistas desde Les Pedrusines. La Vega, en el fondo del valle. Enfrente, el puerto de El Cordal, previo al Angliru en la Vuelta Ciclista a España.

Alcé la vista y comprobé que Alfonso había echado pie a tierra y subía andando. Jose dobló la curva y ya no le vi hasta la explanada final. Pasé a Alfonso coronando la Cueña, momento en el que él montó de nuevo y me siguió. La rampa del 6 % anterior al Aviru (20 %) me pareció una cuesta abajo y los 350 m del Aviru me devolvieron al sufrimiento de la Cueña.

 
 Curva en la que comienza El Aviru, impresionante muro al 20% de desnivel, en el que subes haciendo eses, a velocidades que no superan los 6 km/h en mi caso. Al fondo se aprecia la curva en la que acaba la recta de la Cueña.

 Recordé que el año anterior, por esa zona, iba más fresco. Quizás mi infantil tesón para que no me pasara Alfonso me cambió las sensaciones pues el año anterior, superada la Cueña, me vi ganador. En Pedrusines ( 18 %) volví a retorcerme, con algunas eses, subiendo a la par que Alfonso y coronando el último repecho eché toda la carne en el asador (188 pulsaciones) y ataqué (jajaja) para dejar a Alfonso, que no respondió al ataque, supongo que porque no le iba esa guerra.

 
 Elvira, mi mujer, Sanda y Paqui, amigos, en la curva que da inicio a Les Pedrusines, en un viaje de 2.007.

 Así, con la fresca brisa de la montaña derramándose a ambos lados de mi cara, a toda pastilla, llegué al final,siendo recibido por Fausto, que me besó en la mejilla como un padre. Poco después llegó Alfonso. Allí supe que en la Cueña Pablo quiso coger a Ángel, cosa que no consiguió, entrando Ángel el primero del grupo con un tiempo de 1 h y 20 m. Yo llegué a 16 minutos de él.

Mis datos en la escalada del Angliru fueron:

TIEMPO POR ENCIMA DE 150 PULSACIONES.......................1h 20m
TIEMPO ENTRE 120 Y 150 PULSACIONES............................ 6m
TIEMPO POR DEBAJO DE 120 PULSACIONES....................... 10m

MEDIA DE PULSACIONES.................................................... 156
PULSACIONES MÁXIMAS.................................................... 188

CALORIAS QUEMADAS........................................................ 2343

DISTANCIA.............................. 13,63 km
VELOCIDAD MEDIA.................. 8,47 km/h
TIEMPO................................... 1h, 36m, 34seg.

He conseguido rebajar en 10 minutos el tiempo del año pasado.
Ya todos juntos, nos hicimos unas fotos con el cartelito del puerto y el pico de La Gamonal al fondo.

 
 Objetivo cumplido. El monstruo nos rindió pleitesía. Pero no veáis lo que costó.

 Fausto decidió bajar en el furgón, con Tati. Los demás en bici, parando en determinadas zonas, disfrutando de unas maravillosas vistas y haciendo más fotos (que aun no tengo). Paré (con dificultades) en lo peor de la Cueña, para medir su pendiente y en el clinómetro quedó aplastada la burbuja en la parte superior (marca hasta 22 %). En Picones me caí, pues se me salió la cala del pedal cuando simulé que subía, para hacer una foto. Fue una caida de lo más tonto, pero sin consecuencias. Finalmente bajamos y tras una buena ducha comimos fabes con almejas, compartiendo mantel con Jose Antonio Muñiz, alcalde de Riosa, Jose Manuel y su esposa Adelina, amigos de Oviedo. Le comenté al alcalde el tema de convertir el Angliru en puerto de doble vertiente y me comentó que eso no le interesa a Riosa, aunque no sabía nada de ello. Quedó sorprendido. Tras una buena tertulia, fuimos a reconocer los primeros kilómetros de La Cubilla, ya que nos comentó Pablo que estaban en obras de pavimentaión y trazado del AVE. Comprobamos que con precaución se podía pasar en bici. Luego, en Campomanes, nos tomamos una cerveza con "patates" chips y regresamos a La Vega por Mieres, no sin antes perdernos por no tomar en la autovía la salida adecuada. Cenamos y a la cama, que el cansancio hacía mella en nuestros maltrechos cuerpos y La Cubilla nos esperaba al día siguiente.

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